Así fue la jornada de dialogo con la ciudadanía en Museo Naval
Colombia asume la presidencia de la Comisión Regional Hidrográfica del Pacífico Suroriental
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Juegos Centroamericanos y del Caribe realizarán Fanfest durante partido de Colombia ante Brasil
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Balance de seguridad marítima en temporada de vacaciones en Cartagena
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Criterios para elegir mejores gobernantes
En Cartagena y Colombia entera, estamos inmersos en una democracia representativa y participativa, donde necesariamente se deja que unas personas representen los intereses generales del pueblo y los conviertan en decisiones públicas que afectan a todos y todas, tanto a votantes como a abstencionistas.
Pero la generalidad de nuestros gobernantes, no han sido educados para Gobernar en este país, ni en sus territorios. Porque se ha aprendido es haciendo, aplicando el método “prueba error y error corrección”, lo que ha resultado inmensamente costoso para nuestra sociedad. La mayoría de nuestros dirigentes y gobernantes, han reconocido haber aprendido el oficio, cuando se le ha terminado el período.
Los modernos políticos llamados tecnócratas, prefieren rodearse de personas expertas que conozcan a fondo cada aspecto a dirigir, ya que nadie tiene el monopolio del saber. Pero los gobernantes deben tener conocimientos generales de cada uno de ellos, no tanto como para calificarlos de “toderos”, pero sí de conocer en forma íntegra, completa e interrelacionada; todos los aspectos que debe manejar y no delegar el poder de decisión y la autoridad en sus familiares, amigos, asesores y subalternos.
La ciudadanía debe evaluar cuánto sabe un candidato del cargo que va a desempeñar. La falta de experiencia es un elemento que resta puntos, pues una cosa es aprender la teoría y otra muy distinta y necesaria la práctica. Sin embargo, es más grave cuando no tiene formación, no ha aprendido tan siquiera la teoría y se es un completo novato en el manejo de los asuntos públicos. Se corre riesgo de cometer un sin número de errores, generalmente irreparables, o simplemente delegar el poder en los Asesores. Es decir, “el poder detrás del trono”.
La cultura política en una sociedad depende, básicamente, de la claridad y sinceridad con la que hablen los políticos; del rigor y la independencia con que nos informen los Medios de Comunicación y Redes Sociales y, finalmente, de la intención que tengamos los ciudadanos para profundizar y discernir entre lo que unos y otros digan y se comprometan. Aunque la mayoría de los políticos tienden a mentir y manipular, es clave el papel de los Medios de Comunicación y, sobre todo, el que asuma la ciudadanía.
Así que, si la campaña es una Inversión y los candidatos y sus patrocinadores invierten y al final de la contienda hay unos ganadores y muchos perdedores, es pertinente preguntarse cómo se recupera la inversión y a quiénes beneficia. La respuesta es muy sencilla y por todos y todas conocidas: el desvío de recursos públicos, los convenios y la contratación amañada, la “favorcitocracia”, entre otras muchas. Aunque se insiste en criticar esas consecuencias, deliberadamente pareciera ignorarse la causa. No puede ser de otra forma, si la inversión es privada, los beneficios de la misma no pueden ser públicos, a no ser que nos topemos con candidatos multimillonarios de magnánimo espíritu altruista, que no jueguen las reglas del capital.
Un intento de correctivo, la financiación parcial estatal de las campañas ha sido un rotundo fracaso, pues en vez de igualar a los Candidatos lo que hace es destinar los impuestos para beneficiar a quienes más se benefician; otro intento, los topes de financiación de las campañas tampoco funciona, o será que todavía hay alguien que crea que esos topes se respetan, es voz pópulis que el Consejo Nacional Electoral, no ha impuesto aún una sola sanción por este motivo.
La solución no puede seguir siendo criticar las consecuencias, ignorando y perpetuando la causa, “buscando el muerto río arriba” dice el refrán. Mientras continúe la feria de los votos entre inversionistas y necesitados, sin que primen otros criterios, no esperemos resultados diferentes.
Elijamos y empoderemos al candidato que por su formación y trayectoria, inspiren la admiración de las personas, sin discriminación alguna, que posea una visión, convicción, compromiso, independencia, transparencia, autonomía o idea clara de los problemas principales que confrontan la sociedad y cómo solucionarlos.
Lo más inteligente por parte del elector es: votar siempre a conciencia por quien considere mejor opción o si no vote en blanco, pero vote, nadie se va a enterar porque el voto es secreto. Así muy probablemente contribuya a acabar con estas prácticas politiqueras y a desmotivar a sus patrocinadores.
Por: Benjamín Maza Buelvas.
A un debate de convertirse en Ley proyecto que convertirá a Mompox en Distrito Turístico
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EPS, la enfermedad mortal del sistema de salud colombiano
El principal problema no es el sistema de salud como tal, es la corrupción detrás de cada cita medica, operación y visita de control. Las entidades prestadoras de salud, EPS, dejaron de ser un servicio para convertirse en un negocio lucrativo.
Una persona puede pasar hasta más de dos meses para obtener una cita en medicina general o de control, y si se tiene una enfermedad grave que requiera de atención especializada, medicinas costosas o tratamientos de control, la cita es postergada por semanas y meses infinitos.
Miles son los casos en que pacientes han tenido convulsiones, ataques al corazón o respiratorios, a muchos les hacen paseos interminables entre hospitales y sedes de EPS esperando a ver cuando pueden ser atendidos y si sus papeles están en “regla” para poder ser debidamente atendidos.
Da la casualidad que este último caso es común entre aquellos que sufren de algún padecimiento grave o mortal, vemos que pareciera que al Estado le conviene más tener pacientes que pasen largas estadías pagando el seguro y medicinas pero cuando toca ofrecer el servicio de operación o tratamiento es más barato dejarlo morir.
Esto tiene como trasfondo las expectativas de ganancia de los intermediarios a expensas de la negación de la atención en salud a los colombianos. El problema es que al parecer no se puede hacer un equilibrio entre los beneficios de las EPS con el bienestar general de la población. Los costos y dividendos entran en conflicto, como siempre si no hay un ente que controle se hace fiesta con el dolor ajeno.
Algunos sectores de medicina, especialmente representantes de estas empresas, alegan que no hay suficientes médicos para cubrir la demanda, pero es mucha casualidad que todo este desastre iniciara luego de la aprobación de la ley 100.
La ley 100
Esta marco un antes y después en el concepto de salud como mercancía, por lo tanto quedó sujeta a ser un bien comercial del que los inversionistas privados, tan sólo por servir como intermediarios, obtienen ganancia. El problema de este modelo es que acrecienta la ineptitud y torpeza en la salud, incrementa el gasto sin mejorar la calidad y se interesa muy poco en el bienestar y la satisfacción de los colombianos.
El gremio de médicos, enfermeros, farmacéuticas y todos los que trabajan en torno a este sector de atención pública se han visto obligados a aprender de los errores de los políticos y a sobrevivir con las uñas para hacer su labor lo mejor posible y con la frente en alto. Ahora existe una mejor planeación y administración de los hospitales y clínicas.
Antes que el sistema de salud pasará a ser del sector privado se anunciaba que el sistema privado era mejor que el público, la historia de Colombia nos enseña que era todo lo contrario el sistema social era equitativo, eficiente y virtuoso en su servicio.
Esta joya fue elaborada durante el Gobierno de Gaviria y puesta en marcha durante la administración Samper, su defensor a capa y espada fue el señor Alvaro Uribe Vélez.
La única solución viable es simplemente equilibrar la balanza y por supuesto derogar la ley 100 y reformar los marcos legales de salud en favor de todos los colombianos, reforzar los derechos humanos fundamentales para garantizar la atención a todos, pero más importante humanizar a todos los políticos.