Se acerca la elección de Representantes a la Cámara, Senadores, Presidente y Vicepresidente de la República. Como siempre los aspirantes suelen reunirse en conciliábulos, empezar a seducir y cautivar a los electores ingenuos; usando la misma retórica y sofismas de distracción para encantar a los votantes.
Pero ante la crisis de credibilidad, de legitimidad, de confianza y de responsabilidad que percibe la gente; se ha generalizado la percepción de que no hay nada que hacer para transformar el panorama, económico, social, administrativo, ético y político dominante en Colombia, Bolívar y Cartagena. No es confiable que los partidos y movimientos políticos aún permitan la selección de candidatos impuestos o sin el Perfil, que la dignidad del cargo amerita.
Ninguna norma cambia la manera de proceder, si no hay transformación de la Actitud Política. El momento histórico es propicio para que los ciudadanos se decidan a ejercer libremente el derecho y deber de votar, con la convicción que el elegido es la mejor opción. Porque no se justifica lamentarse después en los tertuliaderos de nuestros asfixiantes problemas; criticando, renegando y echándole la culpa sólo a los dirigentes y gobernantes de turno.
Tenemos que analizar bien durante la campaña los propósitos y compromisos de los candidatos. Porque si el día de las elecciones somos indiferentes, apáticos, conformistas, vendemos el voto, votamos por amiguismo o no votamos; sin discernir con claridad y sensatez, la grave consecuencia de nuestra errada actitud. Y sin visionar que es tan culpable el que compra como el que vende el voto.
Asimilemos también, que la peor actitud política que podemos asumir en una Democracia Participativa es la de abstenernos de votar. Desconociendo que las decisiones que toman los dirigentes y gobernantes nos afectan a todos y todas, votemos o no. Si no votamos o votamos mal, carecemos de autoridad ética y moral para criticar las posiciones y actuaciones durante el gobierno.
Infortunadamente, sólo viene votando aproximadamente el 40% de los ciudadanos y el 60% que no suele votar; puede si se transforman la actitud política, definir contundentemente los cambios estructurales que Cartagena, Bolívar y Colombia requieren; iniciando por el rescate de la confianza de los gobernados en sus representantes y en las instituciones públicas y privadas. Ojalá el Estado financie totalmente las campañas, el voto sea obligatorio y electrónico. Ya el elector orientado por sus Organizaciones Sociales y Comunales; no debería equivocarse, ni menos retroceder en el proceso de transformación de las malas costumbres políticas y administrativas
Es cierto que el Congreso, los Presidentes y Vicepresidentes, están desprestigiados y que existe un descontento generalizado por las determinaciones que han tomado la inmensa mayoría de ellos, notándose el atropello a los derechos del pueblo e incluso a las minorías del Congreso. A nuestros Congresistas de origen bolivarense les ha faltado temple, talante, liderazgo en el ámbito nacional; sinergia, capacidad de acción y de gestión, voluntad política, independencia mental al ejercer el control político, al votar las proposiciones y proyectos de ley.
Les ha faltado grandeza, porque han sido inferiores al reto y responsabilidad que el pueblo les ha encomendado. Es improrrogable entonces, recuperar la coherencia y armonía del comportamiento parlamentario, con el propósito de dignificar el ejercicio de la política y lograr rescatar la credibilidad, la legitimidad y la gobernabilidad perdida, ya que algunos han preferido la adhesión sumisa al poder mediático, antes que defender con dignidad los principios y convicciones ideológicas que favorezcan al pueblo. Así que deben cumplir sus compromisos y rendir cuentas claras de su gestión.
En ese sentido, todavía quedan esperanzas, no todo está perdido. Colombia, Bolívar y Cartagena, sí tienen arreglo. Pero sólo si el pueblo se decide a transformar su actitud política, votando masivamente por las mejores alternativas. Sabemos que ya existen aspirantes a Congresista, a Presidente y Vicepresidente luchadores incansables, comprometidos con el pueblo, con sensibilidad social, capaces de enfrentar el flagelo de la corrupción, politiquería, impunidad, Inseguridad, desempleo, exclusión, e injusticia social; gestionando recursos suficientes, velando por su correcta aplicación y ejecución en forma transparente y efectiva.
Autor: Benjamín
Maza Buelvas.
Maza Buelvas.