El domingo 27 de mayo de 2018, los electores tenemos el derecho – deber, y la ineludible responsabilidad histórica; de elegir masiva y conscientemente, al nuevo Presidente de la República de Colombia; con el evidente, suficiente y necesario perfil, liderazgo, sensibilidad social, coherencia, talante, talento, carácter, autonomía, honestidad, transparencia, voluntad política, compromiso y capacidad de diseñar e implementar las transformaciones que le urgen a nuestro país.
Es imprescindible e inaplazable, que con el apoyo de un buen Congreso y el irrestricto respaldo del pueblo, se garantice la aprobación y aplicación de políticas públicas que conduzcan a solucionar profunda y progresivamente la grave crisis política, económica, social, cultural, ambiental, ética y de valores humanos, que nos afecta sensiblemente. Y el nuevo Presidente, tiene que estar convencido de la significativa trascendencia del cumplimiento del Acuerdo de Paz; para poder lograr la reconciliación y la sana convivencia.
Porque nuestro pueblo no puede, no debe seguir aletargado, indiferente, apático, viviendo sólo de sueños e ilusiones fantásticas. Hay que decir basta ya, de tantas mentiras y promesas incumplidas, de prédicas demagógicas, de retóricas y sofismas de distracción, que solo han servido para engatusar y engañar a incautos. Tiene que comprenderse definitivamente, que la paz no se construye sólo con la firma del Acuerdo de Paz, no la va a hacer sólo el Presidente Santos, sino comenzando por desarmar los ánimos, implementando adecuadamente el Acuerdo de Paz, y por encima de todo, hacer las transformaciones estructurales e integrales requeridas, con la participación activa y sincera de la sociedad, para que haya justicia social.
La peor decisión es abstenerse de votar y dejar que otros decidan por nosotros. Ya los mismos con las mismas, o los mismos en cuerpo ajeno, han gobernado a Colombia por muchos años, y lo que han hecho es profundizar la falta de oportunidades, la desocupación, la corrupción, el desempleo, la inseguridad, la violencia, la exclusión, la inequidad, la pobreza y la desigualdad. Recuerde que las decisiones que toman los gobernantes y dirigentes del país, afectan tanto al que vota como al que no vota. Si no vota bien, no tiene autoridad moral para quejarse.
Esta ocasión es propicia, para que la ciudadanía vote libremente por la mejor alternativa presidencial, con la convicción y certeza que el Presidente elegido, esté comprometido seriamente con los anhelos, aspiraciones y querer de la inmensa mayoría. No olvidar que está en juego el mismísimo destino de toda la Nación, de la sociedad, de las instituciones, de la democracia, de su familia, sus vecinos, sus amigos, sus colegas, sus compañeros de trabajo y de usted. Así que la ciudadanía y el pueblo en general, tienen que pellizcarse, reaccionar, indignarse y actuar consecuente y civilizadamente; para que se empodere al Presidente capaz de redefinir y reorientar el rumbo del Estado Colombiano.
Jamás retrocedamos al pasado, ya los que quieren hacer trizas el Acuerdo de Paz, los que sólo les importa sus mezquinos y excesivos intereses personales o de grupo; cumplieron su ciclo, tuvieron su oportunidad de gobernar durante largos y torcidos años. Y defraudaron las expectativas del pueblo pueblo, profundizando la polarización, el odio y la Desigualdad. Porque se han dedicado más que todo, es a privilegiar los intereses de los poderosísimos gremios económicos. Desconociendo, disminuyendo y acabando con las poquísimas reivindicaciones que tenían los trabajadores, pensionados y sectores populares del país.
El voto de los electores, debe asumir una responsabilidad ética y moral, es decir, tiene que ser coherente con los dictados de su conciencia y de las prioridades colectivas, de la prudencia y de un claro objetivo por el Bien Común. Como ciudadanos nuestra responsabilidad principal es votar privilegiando el Bien Común. La cultura política del Bien Común, protege a todas las personas: la clase media, ricos y pobres.
Por eso, sería un grave error y horror, apoyar a Candidatos que se oponen al proceso de construcción de Paz, ese Bien Superior, que requiere y le apremia al país entero. Y que sólo los insensatos, los egoístas, los cizañeros, los que usan estrategias politiqueras y mañosas para confundir e inducir el miedo al cambio positivo. Distinto al sonsonete del “Castrochavismo” .Tenemos que gobernar es con Propuestas Programáticas viables y que nos favorezcan a todos. Por eso y mucho más. Debemos discernir con claridad para no improvisar y menos equivocarnos.
Benjamín Maza Buelvas