En los países donde existe la Democracia Participativa, los pueblos viven momentos decisivos en tiempos de elecciones. Se puede afirmar que el voto es uno de los actos de mayor responsabilidad social de los ciudadanos, ya que eligen a los políticos que van a gobernar a los territorios o Nación. Lo cual va a marcar el futuro de la gente, la familia, la sociedad y del mismo Estado en una u otra dirección.
Luego, los cartageneros debemos asumir el reto inexcusable de unirnos, organizarnos y accionar en sinergia; para poder elegir en las próximas elecciones del domingo 6 de mayo; a un Alcalde Distrital, que encarne verdaderamente los méritos, las calidades, la ética, moral y valores humanos; que debe exigirse a los Candidatos; para merecer tal dignidad y el empoderamiento de ser vocero auténtico del elector.
Un buen gobernante ha de ser, ante todo, una persona entregada a servir a la gente, a hacer el mayor bien. Lo que supone haber superado los apetitos, las ambiciones y privilegios particulares y del poder. Por ello, dice Platón que el poder sólo se debería conceder a los hombres y mujeres que no lo adoran. Se necesita elegir a dirigentes, que no sólo se preocupen por conocer los problemas, sino que tengan la voluntad política y administrativa, para ocuparse seriamente de solucionarlos.
Valoremos el deber y derecho de votar responsablemente, de reconocer la importancia de dignificar el voto responsable. El voto debe ser siempre a conciencia. No deje de votar ni venda su voto, porque es tan culpable el que lo compra como el que lo vende. Y después, usted no tiene autoridad ética ni moral, para exigir a los gobernantes y dirigentes la ejecución de las Inversiones, Obras y Servicios Sociales, que se requieren para lograr el desarrollo armónico sostenible y competitivo. Votar consciente, coherente y razonablemente por la mejor opción de gobierno, es lo más consecuente.
Votemos autónomamente, con sensatez política, con independencia mental y con la convicción de acertar. No ser indiferentes, apáticos, conformistas ni abstencionistas; porque las decisiones que toma nuestra clase política; queramos o no; afectan directa e indirectamente tanto al que vota como al que no vota. Elijamos libremente a los candidatos comprometidos con las causas de las comunidades. No por simple simpatía, familiaridad, amiguismo, casta social, religiosa, racial, de género, apoyo de grupo, casas políticas o por poder económico.
Todo pueblo tiene los dirigentes y gobernantes, que se merece; acorde con su mentalidad y actitud política. Después no nos lamentemos, tardíamente en los tertuliaderos por los resultados. El ciudadano responsable sabe valorar si el político es una persona verdaderamente preparada para cargos de tan alta responsabilidad, y si posee el perfil adecuado, o es más bien un falso y torcido arribista, que utiliza la política como modo de vida y para gozar de privilegios, porque no tiene o no le atrae otra profesión productiva.
El ciudadano responsable no se deja influenciar por nada externo a él, sin antes someterlo a reflexión y examen, no confunde la experiencia política con el apoltronamiento en el sillón, no hace caso de las encuestas electorales, porque están casi siempre manipuladas, no escucha al político que ha gobernado y le promete ahora lo que antes no ha realizado cuando tuvo la oportunidad y la desperdició. Un buen Alcalde para Cartagena debe tener voluntad política y administrativa para gobernar y gerenciar con lujo de competencia. Pero fundamentalmente; sensibilidad social, independencia, transparencia, eficiencia, eficacia y efectividad.
En Cartagena es irrefutable que sólo si el elector primario, participa masiva y responsablemente en los procesos democráticos, se pueden cambiar las malas costumbres políticas y administrativas reinantes, y cristalizar la intención de dignificar el ejercicio de la política; lograr la gobernabilidad perdida y recuperar la credibilidad y confianza en nuestras instituciones. El próximo Alcalde, tiene la histórica e ineludible responsabilidad de analizar, interiorizar, sintetizar, priorizar y aplicar bien los recursos presupuestales.
Por: Benjamín Maza Buelvas