Todavía se desconoce cuándo tomará el Presidente Juan Manuel Santos, la inexcusable decisión de acabar con la incertidumbre y la excesiva dilación para convocar elecciones atípicas de Alcalde Distrital de Cartagena de Indias. Esto ocurre por la indiferencia, el conformismo, la desunión y la desidia de las Fuerzas Vivas de la ciudad y sus corregimientos.
Porque aún no se indignan ni accionan, para hacer respetar el Estado de Derecho y la Democracia Participativa; presionando a que el Presidente de la República; se viera precisado a expedir el Decreto desde el año pasado. Por medio del cual convoque elecciones atípicas, con el fin de elegir el nuevo Alcalde Titular, que culmine meritoriamente el resto del período institucional.
Sin embargo, el pueblo cartagenero aspira y espera, como lo ha anunciado a regañadientes, el señor Ministro del Interior, que las elecciones sean convocadas, a más tardar el próximo 6 de febrero; cuando se cumple el término de los 90 días, de haberle aceptado la renuncia del cargo, al exalcalde Manolo Duque. Pero algo muy reprochable también, es que nuestra clase política y nuestros Congresistas en particular; quienes están en plena campaña proselitista para hacerse reelegir; no hayan asumido posición clara alguna, ni publicado pronunciamiento conjunto alguno, para exigirle al Presidente de la República, que preste la atención que merece la superación de la gravísima crisis social, económica, cultural, ambiental y política, que padecemos los cartageneros, prolongada por causa de la interinidad e ingobernabilidad reinante.
Pero como ya existe un cúmulo de Precandidatos, compete al elector, poner a funcionar su Cultura Política. Esa disciplina dialéctica que hace parte integral del ejercicio de la Democracia Participativa. La cual permite elegir libre, autónoma, legítima y conscientemente, más allá de la compra – venta de votos, de la familiaridad, del amiguismo, del interés personal y grupal, del movimiento o partido político.
En esta materia debe primar siempre el análisis minucioso de los méritos, las cualidades, la trayectoria, la vocación de servicio, los principios, los valores éticos y la solvencia moral del Candidato; y fundamentalmente, su verdadero compromiso con Cartagena y su pueblo. Que no prime el abolengo ni el poder económico, para decidirnos con sensatez política, a votar y elegir, un Alcalde de Consenso, que gestione y evidencie buenos resultados entre todos, por su liderazgo, sensibilidad social y cumplimiento de sus funciones y competencias.
En ese sentido, debemos apoyar irrestricta e irreversiblemente la elección de un Alcalde Distrital, que no sólo encare y supere con éxito la crisis que asfixia a la gente, sino que empiece a planificar e implementar sus propuestas programáticas, que sienten las bases para realizar los cambios estructurales e integrales que enrumben a Cartagena, por la senda del desarrollo armónico sostenible y competitivo. Si no quiere recibir después; el repudio y reproche del pueblo. Necesitamos y merecemos un Alcalde, que haya asimilado y aplicado que el ejercicio de la actividad política, debe enaltecer y no envilecer a los dirigentes políticos. El reto de las Organizaciones Sociales y de las Organizaciones Comunales en especial, es aunar esfuerzos y voluntades, para ser protagonistas y determinantes en la elección del Alcalde, que esté sintonizado con el sentir de las comunidades. Por tal razón, hay que derrotar en forma contundente a los mismos con las mismas vainas y mentiras de siempre.
La misión prioritaria del próximo Alcalde, debe ser entonces, enfrentar y derrotar el flagelo de la corrupción, reducir el desempleo galopante, el subempleo y la informalidad reinante; la politiquería y la ineficiencia administrativa; la crisis de la salud y de la educación pública; la inseguridad ciudadana; los problemas agropecuarios, la intolerancia y violencia, la desigualdad; la pobreza; la deficiencia vial, los caros y malos servicios públicos domiciliarios; la raquítica Participación Ciudadana y Comunitaria, la ausencia de Equidad y Justicia Social, etc.
En fin, es inaplazable dejar el protagonismo individual, el egoísmo, los celos infundados, aunar esfuerzos y voluntades, para lograr cristalizar el progreso y desarrollo requerido. El Alcalde elegido no debe torcerse ni ser títere de nadie, tener temple, autonomía e independencia mental para actuar; capacidad de trabajo en equipo; carácter y talante para disputarse en el concierto nacional las oportunidades y el espacio ganado por el Centralismo Asfixiante.
Por: Benjamín Maza Buelvas