Hay consenso sobre la gravísima crisis que padece Cartagena. Su Administración inestable y errática. Mucha debilidad en la gestión y en los resultados de su Gabinete y gobierno en general. Pero también culpa de la sociedad civil; que sólo sufre, se lamenta aisladamente en los tertuliaderos y no toma la irreversible decisión de reaccionar, unirse, organizarse y accionar en forma consciente, coherente y consecuente; eligiendo las mejores opciones.
Se requiere diseñar, construir e implementar una hoja de ruta, con estrategias efectivas, que conduzcan a liderar un gran movimiento político determinante y sostenido en el seno de las bases, para no dejarnos marginar de las decisiones que tienen inevitablemente que redundar en beneficio del pueblo, siempre y cuando se asuma una seria y reflexiva posición. Lo que indica que las Fuerzas Alternativas de Cartagena, están en mora de aunar y sumar voluntades, pronunciarse pública y contundentemente; en torno a la crisis política, administrativa por la que viene atravesando Cartagena de Indias. Presentando propuestas de solución a corto, mediano y largo plazo.
A nuestros congresistas, les ha faltado liderazgo, capacidad de gestión y buenos resultados en el ámbito nacional, voluntad política e independencia mental, para hacer control político y votar los Proyectos de Ley. Las comunidades están ansiosas de la asignación de recursos disponibles en el Presupuesto General de la Nación, que favorezcan verdaderamente al grueso de la gente y no sólo al sector político y privado. Se necesita que nuestros Congresistas incidan más en las decisiones que se tomen y que su labor se refleje en beneficio de la ciudadanía que los elige y empodera.
Además nuestros Gobernantes y Dirigentes han sido hasta ahora, inferiores al reto y responsabilidad que el pueblo les ha encomendado. Les ha faltado grandeza. Por ello, este momento histórico en que empieza la campaña para elegir nuevamente Diputados, Concejales, Ediles, Gobernador y Alcalde. Es propicio para presionar e impulsar la transformación de este estado de cosas. Solucionar esta profunda crisis de gobernabilidad, que nuestros Alcaldes en ejercicio, no han querido, sabido o podido solucionar. Y la única forma es votando masivamente y eligiendo a auténticos representantes del pueblo.
Solamente con una visión integral sobre cómo enfrentar esta crisis de gobernabilidad, se puede convocar la participación activa de todos y todas los cartageneros, en la inaplazable tarea de superar tantas pifias en la consecución de los objetivos y propósitos de ciudad. No hay que elegir a los mismos con las mismas mentiras. Cartagena le urge una estrategia política, social, económica, cultural, ambiental y humanitaria; para rescatar la credibilidad, la legitimidad, la confianza y legitimidad en el gobierno y sus instituciones. Tenemos que promover liderazgo y trabajar en equipo, transformar la visión en realidad. Si no es así, seguiremos presos de los errores y habremos perdido quizás, la más importantísima oportunidad de avanzar y lograr las metas proyectadas.
Por eso, este momento es propicio para dejar a un lado la indiferencia, el conformismo, la apatía, la intolerancia, la envidia, el sectarismo, el egoísmo, la desconfianza y el protagonismo individual. Y por el contrario, todas las Fuerzas Alternativas, unirse cohesionada y organizadamente con la máxima sensatez intelectual, para desarrollar un fructífero Trabajo en Equipo y decidirse a luchar por conquistar en forma democrática y transparente los espacios de participación perdidos y se propugne porque el Alcalde o Alcaldesa Distrital, esté sinceramente comprometido con el pueblo.
El gobernante debe hacer realidad las aspiraciones del pueblo y que el núcleo central del Plan de Desarrollo y del Presupuesto Distrital, sea la Inversión Social y Humana; con el propósito irrenunciable de garantizar mejoramiento de la calidad de vida del pueblo. Y que además, esté convencido de la importancia de la Democracia Participativa, en la toma de decisiones, para la cristalización del desarrollo armónico sostenible. Todo ello, conlleva a recuperar la credibilidad, la confianza, el optimismo y la gobernabilidad perdida.
Por: Benjamín Maza Buelvas.