Indudablemente, al ser catalogada Cartagena como una de las capitales donde prolifera mayor pobreza. Es el momento histórico propicio, para que la Alcaldesa, Yolanda Wong Baldiris, sustente ante el Gobierno Nacional y todas las Fuerzas Vivas del Distrito; la urgente e inaplazable necesidad, de hacer visibles los vínculos entre la Inversión Social y la progresiva realización de Derechos fundamentales, para derrotar la pobreza. Este debe ser el reto para guiar voluntades, poder influenciar significativamente las asignaciones y ejecuciones presupuestales.
Reza en nuestra Constitución, que: “El bienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de la población, son finalidades sociales del Estado…Para tales efectos, en los Planes y Presupuestos de la Nación y de las entidades territoriales, el Gasto Público Social, tendrá prioridad sobre cualquier otra asignación”. Porque sin calidad humana, ni calidad de vida; lo demás es apariencia, sin sentido, sin fundamento. Ni las cosas ni el dinero, poseen valor intrínseco. El valor de lo material, está en su aplicación, en el servicio que prestan a alguien o la convivencia con alguien. Nada existe en el mundo más importante que el Ser Social, que el Ser Humano.
Precisamente, lo que más nos ha faltado, es que nuestros gobernantes y dirigentes, inviertan efectivamente en la gente; en todos sus habitantes; sin excepción, pobres y ricos. Porque somos una sociedad untada de corrupción, con crisis de ética y valores. Sin cultura política, sin cultura ciudadana, falta de afecto y de convivencia pacífica; sin educación y salud de calidad, carentes de ocupación, de empleo digno, de oportunidades, etc. Lo dijo hace años Nelson Mandela: “Mientras exista tanta pobreza y desigualdad y la gente no tenga sus necesidades esenciales satisfechas; la Democracia será una cáscara vacía, aunque los ciudadanos voten y tengan Parlamento”.
Es urgente e inaplazable que todas las Organizaciones Sociales, los empresarios, los empleadores, los dirigentes políticos, los gobernantes de turno y sobre todo el Estado mismo; prioricen la trascendencia de erradicar la pobreza y desigualdad social imperante en Cartagena. Recordar que quien no planifica el futuro, está obligado a repetir el pasado. Está claro, que en nuestra gente existe un gran potencial de superación, lo que se necesita es apoyar y estimular auténticos liderazgos, que enrumben esta sociedad y orienten positivamente los destinos del pueblo cartagenero. Inconcebible, que la Alcaldesa sostenga que “nuestra pobreza es sólo mental”.
En Cartagena se trata es de tener buenos dirigentes y gobernantes, que sepan valorar los productos o las cosas que nos ofrece esta incomparable ciudad, que privilegien el Bien Común, y sobre todo, que los cartageneros seamos más unidos, coherentes, consecuentes, más humanos y que votemos bien. Valoremos más las cosas que nos ofrece esta importante ciudad. Así que, tengamos mayor conciencia social y reaccionemos, actuemos en equipo; movilizándonos se logran las transformaciones. No hay derecho a que el país nos recuerde diariamente la pobreza y exclusión social que padecemos y nos conformemos sin indignarnos; que miremos con apatía e indiferencia para otro lado, como si el problema fuera de otros.
Aquí, ya los expertos han demostrado que la clave y núcleo del desarrollo armónico y sostenible, es invertir en educación y cultura, pero el Estado no apropia y ejecuta correctamente las partidas presupuestales necesarias y suficientes que garanticen una educación de calidad, para los estudiantes de estratos medios y bajos. Para que se formen y ejerzan con lujo de competencia su profesión, dejen de padecer el flagelo de la pobreza y no les quede únicamente la opción de la economía del rebusque.
Infortunadamente también, los cartageneros gozan de pocos estímulos del Estado y del sector empresarial; que les garantice que vale la pena estudiar y prepararse para hacer realidad sus sueños de ser un buen profesional y transformarse en un agente de cambio y prosperidad en su familia y la sociedad. Porque los que logran estudiar con dificultades; cuando culmina su carrera; la mayoría carece de oportunidades y no encuentran espacios, donde ejercer dignamente su profesión. Así que urge efectividad, eficiencia, eficacia y transparencia en el manejo de los recursos públicos.
Por: Benjamín Maza Buelvas