Un vigilante y un hombre de 51 años convencían a los menores para, a cambio de dinero y otras dádivas, accedieran a actos sexuales practicados por los adultos. En los dos casos los familiares fueron claves para llevar a la justicia a los implicados.
Dos hombres señalados de incurrir en delitos sexuales contra menores de edad fueron condenados en las últimas horas en Cartagena. Se trata de Edilberto Díaz Cuadro a quien un juez de la capital de Bolívar lo condenó a 19 años de prisión por los delitos de demanda de explotación sexual comercial, acto sexual con menor de 14 años y acceso carnal con menor de 14 años. Los hechos sucedieron en 2014.
El otro condenado es Orlando Padilla Baldiris quien deberá pagar una pena privativa de la libertad en centro carcelario de 20 años, por el delito de demanda de explotación sexual comercial con menor de 18 años.
Primer caso
Sobre Díaz Cuadro se conoció que aprovechando su posición como portero de una Institución Educativa en la ciudad amurallada utilizaba a una estudiante de dicho planten para que esta lo contactara con otras menores de edad de quienes posteriormente abusaba; y con el propósito de que no se conociera lo sucedido les daba dinero o les ofrecía distintos elementos.
Este caso se hizo público tras una denuncia entablada por la abuela de una menor de 11 años quien puso en evidencia al hombre, contra quien ya cursaba una denuncia en la Fiscalía por delitos similares.
La captura de este hombre se produjo el 11 de agosto de 2016 mientras laboraba como vigilante en la isla Barú.
Segundo caso
Padilla Baldiris, quien fue capturado el 16 de agosto pasado, se pudo determinar que él fue denunciado por la madre de un menor de 8 años de edad a quien el hoy condenado le ofreció dinero para que lo dejara tocar en sus partes íntimas.
Padilla, de 51 años -precisa la investigación- acostumbraba a pagarles a los menores de edad del barrio donde vivía para accedieran a sus deseos sexuales. De la misma manera, se señaló que el 29 de abril pasado Padilla aprovechó que tres niños estaban en zona boscosa para abordarlos y hacerles sus propuestas.
En este caso, un primo de uno de los menores, quien se enteró de lo sucedido, convenció al menor para que le contara a su mamá lo ocurrido con el hoy condenado.
