Urge Implementar Acuerdo Definitivo.

Definitivamente, la mejor actitud que debemos asumir la inmensa mayoría de los colombianos y colombianas conscientes, coherentes y consecuentes; que verdaderamente queremos una sana convivencia; que la presente y futuras generaciones puedan vivir en un país mucho mejor; es ignorar las distorsiones de la realidad del Senador- Expresidente.
Porque ya las comisiones negociadoras del gobierno y las Farc-Ep; pactaron los ajustes y precisiones, atendiendo los aportes y críticas de los promotores del NO, firmaron un mejor y Nuevo Acuerdo Final y Definitivo; que conduce a la construcción de una Paz Estable y Duradera. Se concertaron cambios en 56 de los 57 temas abordados. Recogiendo más del 80% de las inquietudes de quienes votaron por el NO. Y es claro que los representantes de la guerrilla cedieron en sus posiciones, “hasta los límites de lo razonable y aceptable para una organización cuyas armas no fueron vencidas”. Y así Uribe sigue tratando de manipular el contenido y sentido de lo acordado, para intentar continuar engatusando a incautos que todavía le creen.
No hay que abusar del sentimiento del pueblo, porque “las masas humanas más peligrosas, son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo… del miedo al cambio”. Sólo porque aspira que el Acuerdo sea como el desea. Así que no acepta y rechaza el Acuerdo de Paz firmado entre el Gobierno de Colombia y las FARC, porque le tienen que satisfacer sus pretensiones.
Aún no ha logrado superar la nostalgia ni las ansias delirantes de poder. Y está equivocado de cabo a rabo, porque Colombia está exigiendo y gritando al unísono por todos los medios no más guerra, queremos, anhelamos y merecemos es Paz, con Democracia, Equidad y Justicia Social. Así que terminantemente decimos. ¡No más Uribe! No hay derecho. No se justifica que rechace el Nuevo Acuerdo de Paz firmado entre el Gobierno de Colombia y las FARC. Sin argumentos ni fundamentos convincentes, solo porque hay que hacerlo totalmente a su gusto y medida. Comprueba que no tiene la menor intención de contribuir con su granito de arena al logro del Bien Superior de la Paz.
Ha tomado el Proceso de Paz como pretexto para hacer oposición al Gobierno del Presidente Santos y evidenciando que su propósito es seguir torpedeando tercamente el Acuerdo, convirtiéndolo en plataforma para hacer campaña política con miras a las próximas elecciones de Congreso y Presidencia del año 2018. Le espanta que las Farc-Ep, participe en política, si precisamente, la razón de ser de todos los procesos de paz en el mundo es que los guerrilleros dejen las armas y puedan hacer política dentro del marco de la legalidad.
Nuestra realidad es que, en anteriores procesos de paz y desmovilización, como el llevado a cabo con el M-19 en los años 1990, los dirigentes de la guerrilla pasaron a ser Congresistas e incluso a ser nombrados como ministros, como ocurrió con Antonio Navarro Wolf, nombrado ministro de Salud en el Gobierno del Presidente César Gaviria, también fue Presidente de la Constituyente en el año 1991, entre otros. Lo más importante es que con el Nuevo Acuerdo Final termine definitivamente el conflicto armado, que tan graves consecuencias ha tenido en Colombia y se repare a todas las víctimas. Por eso urge implementar el Acuerdo Definitivo ya y no dar un paso
atrás, debemos unirnos mancomunadamente para que cese la horrible noche para siempre y no vuelva jamás.
Afortunadamente el Presidente Santos, ha sido enfático en expresar que el Nuevo Acuerdo firmado el pasado sábado 12 de noviembre en la Habana, “es definitivo y no va a experimentar modificaciones, sino que por el contrario, va a ser sometido a un proceso de ratificación y a su inaplazable implementación en cada uno de sus aspectos”. Este es un mejor Acuerdo que ya recibió la aprobación del Secretario de Estado John Kerry, tras anunciar que Estados Unidos “continuará apoyando el pacto en su implantación”. Por Noruega y Cuba como garantes también, por Chile y Venezuela como acompañantes, apoyo irrestricto por el propio Secretario General de la ONU, Ban Kimón y todos los demás países latinoamericanos.

Autor: Benjamín Maza Buelvas.
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